Lo que la niebla escondía, Estella

Un txirimiri envuelto de nieblas acompaña mi viaje por Estella la bella, que camino a Santiago me ofrece calles repletas de iglesias, conventos y palacios. Me protege del viento un nuevo pañuelo de medio siglo de cuadros y unas colinas: Montejurra, Santa Bárbara o Cruz de los Castillos, de ahí que se diga que "no se ve Estella hasta llegar a ella". 

Claustro de la Iglesia de San Pedro de Rúa [Fotografía: Oihane]
La Plaza de los Fueros hoy con olor a queso y sabor a chocolate me obligan a probar la rocas de una tal Puy. Si sigo una vieira llego a palacios de humanos y divinos como el de los Reyes Navarros que mira como yo la Iglesia de San Pedro de la Rúa, arriba, vigilante, queriendo mostrar sus campanas. Y para el descanso y reflexión un claustro del siglo XII con unas columnas entrelazadas envidiadas por las demás. 

A la Iglesia del Santo Sepulcro, la que si buscas encuentras, no puedo acceder muy a pesar. Su puerta gótica del siglo XIV anticipa lo que en el interior tiene que fascinar. Me conformo con la bendición de San Martín de Tours, ese que llega a cada cerdo. 

Desde la puerta del sur de la Iglesia de San Miguel [Fotografía: Oihane]
Y otra vez las escaleras para subir a la Iglesia de San Miguel protegida de las crecidas del río Ega. Cuida desde las alturas los tejados de las casas que acogen peregrinos que seguro no cruzan el puente de la Cárcel en tacones. Este puente también conocido como Puente Picudo fue demolido durante la 3ª Guerra Carlista y aunque sorprende su desnivel mi mente no deja de imaginar como lo cruzaría un Seat 600. 

Humedad y frío, frío que se atempera que el vino del Mosterio de Irache que emana de una fuente milagrosa y por qué no, con unas alubias de Tierra Estella.

Y una promesa, volver en primavera.

@Ohihane

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