Te contaré una mentira

El engaño se utiliza en muchas ocasiones para proteger a alguien de los peligros que creemos que le supondrá la verdad. Pero la mentira hace que cuestionemos todo lo que hasta ese momento habíamos considerado real: sentimientos y emociones, recuerdos y vivencias.

La mentira duele, aunque queramos adornarla de un absurdo "lo hice para protegerte". Cuando mentimos a alguien le estamos diciendo que lo que construimos se cimentaba sobre un castillo de naipes endeble y frágil que puede caer en cualquier instante. 

Supongo que todos preferimos que nos digan la verdad y ya decidiremos nosotros si nos duele o no. Al fin y al cabo la mentira nos dolerá cada vez que la recordemos. 

Pero a veces decimos la verdad y nos sentimos peor que si hubiéramos mentido. Por nuestro marcado carácter social, todos tenemos la necesidad de confesar nuestros desvelos a un tercero, un amigo, un confidente. Pero la información es poder, y cuando sabemos que otra persona sabe algo que no queremos que se sepa, nos sentimos vulnerables frente a ella. Queremos que nos sea fiel, pero en el fondo sabemos que puede que no pase, puede que ese secreto traspase la barrera íntima. 

Sentirnos tan desprotegidos frente a otros hace que muchas veces nos veamos obligados a mentir sobre incluso, quiénes somos. No con el ánimo de maquillar o disfrazar una realidad, sino por evitar que la otra persona salga corriendo. Tenemos miedo a que si descubren la verdad, nos guarden en un cajón y nos convirtamos en "algo" solo en la oscuridad. Y entonces mentir se convierte no solo en no decir la verdad, sino también en actuar con hipocresía, riendo cuando queremos llorar, aplaudiendo lo que aborrecemos y abrazando a quien queremos arañar. 

No nos queda más remedio que confiar en las personas que nos encantan, porque son las que verán la verdad en nuestros ojos, gestos y detalles. 


"El engaño es una elección, no un error"
Paulo Coelho

@Ohihane

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