Pandemias que matan

Desde hace no sé cuánto, el tiempo pasa tan rápido que no encuentro un suspiro para vomitar todo aquello que me pasa por la cabeza. Hoy en días de confinamiento y reflexión, encuentro unos minutos para contaros lo que muchos ahora ya sabemos: una pandemia siempre cambia la historia. 

La peste negra, la gripe, la varicela o el sarampión... enfermedades que hicieron que el mundo dejara de girar. 

Esta ansiedad que nos envuelve en los últimos días hace que percibamos lo que ocurre a nuestro alrededor de manera sesgada. Aburridos de buscar estímulos en el interior de nuestra casas, nos asomamos a la ventana para encontrar el fallo en aquellos que, acarician la libertad jugando a hacer trampas. 

La libertad ahora recortada se aprecia hoy más que ayer. Quien dice que 25 de años no son suficientes como castigo no tiene en cuenta que la cárcel no es un hogar. Y desde nuestras pequeñas prisiones nos encontramos abocados a un encierro involuntario desde donde construimos sueños que algún día se transformarán en paseos junto al mar, cafés al atardecer o viajes increíbles a países de colores. Pero quizá no ocurra nunca, quizá la libertad sea un concepto cambiante que se limite a causa de un virus y que solamente nos deje un espacio del libertad de 60 metros cuadrados, un paseo de 1 km o un abrazo de codo a codo. 

No volveremos a vivir como hasta ahora, no volveremos a besarnos y abrazarnos como antes, no volveremos a compartir vasos de celebración y no volveremos a pintar nuestra sonrisa porque la esconderemos tras una tela.

Quizá no pase nada o quizá pase todo. Hasta que lleguemos al final desconocido disfrutaremos de una ciudad en flor que nos llena de libertad.

Ohihane

Comentarios

Entradas populares