Empatía, cualidad enfermera

Como enfermera me han enseñado la importancia de tener empatía hacia los pacientes, de ponerme en su lugar para poder comprender su realidad estando libre de prejuicios. Así podemos comprender su sufrimiento y hacer un abordaje terapéutico mucho más completo, manejando todas las esferas del paciente: la física, la emocional y la social. 

Yo les explico a mis pacientes por qué me río tanto e intento bromear. Porque si absorbo toda la información sobre el sufrimiento de todos ellos se produce en mí un desgaste emocional que no puedo sostener, aunque creo que eso a veces, me hace parecer despreocupada y lejana. 

En la sala de espera, cuando tú eres la paciente, observas mejor a quienes están allí, nerviosos como tú, esperando contarles al médico su malestar. Dentro te sientes tremendamente vulnerable. Una cortina te parece más bien poco para guardar tu intimidad cuando se abren puertas y pasa gente de un lado para otro.

Después las pruebas con un camisón ridículo y unas calzas para no mancharte los calcetines. ¡Como que estoy pensando yo en los calcetines! Quizá desconocer para qué son esas pruebas y qué resultados podrían dar, sería un alivio. Muchas veces admiro a esos que se entregan en manos de su médico y me dicen: "no sé a qué vengo". Primero les echo la regañina "perdone pero debería preguntar siempre para qué son las pruebas y en qué consisten" y después pienso que igual es preferible no hacerlo, teniendo en cuenta que te pasarás esperando entre 7 y 11 meses, mejor no saber lo de los tubos por no sé dónde, los contrastes, las descargas eléctricas o las agujas, ¿no?.

El pudor que puedan sentir los pacientes al denudarse pasa desapercibido cuando ya has visto 50 personas desnudas ese día y por eso creemos que les tiene que dar igual que la ventana esté abierta, que no se les cubra, que entre y salga cualquiera, que se oigan susurros y risas de fondo... Porque cuando soy yo la que se desnuda todas mis vergüenzas se alborotan en mi cabeza: ¡que cierren esa puerta!, ¿qué estará mirando?, ya no me duele nada, me quiero ir... 

Cansados estamos de oír lo del emponderamiento del paciente, hacer que éste sea capaz de autogestionar su enfermedad, siendo capaz de tomar decisiones conjuntas con el equipo sanitario. Pero en el fondo abandonar el modelo paternalista nos cuesta. ¿Por qué le hablamos a los pacientes como si fueran niños de teta? Cuidar no significa mimar. Quizá deberíamos aceptar que el paciente tiene que tener un papel activo en sus cuidados y no un rol meramente pasivo, dejándose hacer y diciendo a todo: qué bien, cariño. Porque igual no está bien. Cariño.

La comunicación con los pacientes es la clave para que la calidad de los cuidados tenga mejores resultados. Tenemos que aprender a comunicar más y mejor. Y quizá tengamos que ser pacientes para entender cómo se sienten, porque eso sí que es ponerse en el lugar del otro. 

@Ohihane

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