Disparatado Milán

Los viajes precipitados terminan siendo tropezados cuando sin salir de casa ya tienes un aviso a navegantes: "Vueling le informa de que su vuelo puede verse afectado por una huelga de controladores". 

La Galería Vittorio Emanuele II, 
también conocida como El Salón de Milán
Duomo, sueño gótico decorado por luces de colores que adornan el mármol rosa que recubre sus paredes. Una visita obligatoria a pesar de las colas que se acompañan de un canción interminable que escupe al aire un artista callejero. Un paseo por su pasado me hace admirar la obsesión que en otros tiempos tuvieron por tocar el cielo. Desde lo más alto se contemplan detalles en las más oscuras esquinas, detalles que pasan desapercibidos si miramos pequeños transeúntes que apresurados corren hacia la Galería Vittorio Emanuele II. 

¿Quién quiere buscar en el suelo un toro que llama a la buena suerte teniendo sobre las cabezas una galería única en el mundo? Esta cruz de cristal une la plaza del Duomo con la plaza de la Scala y acorta la distancia con escaparates exquisitamente prohibitivos. 

Y un rincón recomendado que siempre repetiré, el barrio Navigli. Los canales que otrora sirvieron para acercar el mármol a Duomo ahora se ven escoltados por terrazas y tiendas de artesanía. Obra maestra de Da Vinci, obliga a tomar un spritz mientras conmemoras con plastilina un fabuloso viaje al pasado. 

Una foto en el reflejo de un espejo y una noche de chocolate y avellanas, custodiadas por un ángel de la guarda que nos edulcora la angustia y nos cuenta que la 'mala pécora' da la mejor leche para el queso pecorino de la Toscana. 

@Ohihane

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